17 de abril de 2011

¿Cómo se mide la importancia de las cosas?

Hasta ahora he vivido pensando que las cosas (llámense hechos, situaciones, circunstancias, etc) tenían una importancia directamente proporcional al número de afectados. Un terremoto con posterior tsunami que cause miles de muertos es más importante que tres heridos en un accidente de tráfico. Una estafa de miles de millones al gobierno de un país democrático es más importante que intentar conseguir una pensión del estado que no te pertenece en absoluto. Una intoxicación por salmonelosis en un geriátrico es más importante que que se te corte la mayonesa en tu casa o te salga moho en el queso de untar.

Es evidente que estos ejemplos no dejan lugar a dudas de que son así, irrefutables (bonita palabra).¿Pero qué pasa cuando alguien le da a una circunstancia personal la categoría de drama universal sin que por ello el universo se entere? Entonces piensas, no soy el ombligo del mundo, esto no le tiene porque importar en demasía a nadie. Pero tu mente te dice eso a la vez que sientes que no es así, al menos deseas que haya un número moderado de afectados por tu drama, un microuniverso que gire en torno a tí al menos unos cuantos días (los mismos que una hecatombe abre el telediario hasta que ocurra una nueva). Normalmente, a no ser que vivas en una soledad extrema, esto suele ser así y tu microuniverso de damnificados colaterales gira en torno a tí creando una órbita de comprensión, amor, paciencia y toda clase de ayudas en el ámbito de lo práctico. Ahí si estás bien, arropada y mimada, y mirándote tu ombligo de características siderales.
Cuando toda esta actividad cesa y todos esos satélites siguen con sus propias órbitas, tu campo de gravedad disminuye por falta de cuerpos a los que atraer y caes en tu propio agujero negro. Y es cuando para tí las cosas empiezan a tomar la dimensión adecuada, sin perspectivas regaladas, sin comparaciones a tu situación, sin palabras de consuelo de unos o notorias ausencias de otros.
Es ahí, en ese momento, cuando te sientes única, especial y tu circunstancia (o cosa, o problema..) cobra la importancia que verdaderamante tiene porque tan solo tú eres capaz de dársela.

28 de febrero de 2011

El masoquismo del Cola Cao

Alguien me dijo que de pequeño se disfruta más la vida, tienes la mente más libre y más virgen y tus vivencias no se intoxican de agentes externos que las nublen...
Bueno, no estoy del todo de acuerdo,uno empieza disfrutar de su infancia cuando la pierde.
La mía no son recuerdos de un patio de Sevilla donde madura el limonero, pero si son recuerdos de un bocadillo de chocolate en el camino a casa de mi abuela. Son inviernos fríos con chandal de felpa recogiendo piñones que partía con una piedra en aquellos añorados pinares. Son noches no dejando dormir a mi hermana para jugar a las palabras encadenadas en mi cuarto de camas gemelas. Son horas encerrada con mi hermano en su habitación, aprendiendo de música y de la vida ante el gesto torcido de mi madre (niño, no le pongas a la niña esa música de pelusos). Son infinidad de viajes en el autobús de la ruta escolar charlando con mi "muy mejor" amiga de la que no me iba a separar nunca. Son ansiadas noches de viernes en las que me podía quedar despierta hasta que acabara el "Un, dos, tres" tomando mi cena favorita. Son tardes de deberes que huelen a Cola Cao derramado en el hule y a briznas de goma de borrar esparcidas por toda la mesa camilla. Son miercoles de feria con lunar pintado en la cara, presumiendo ante mis primas de vestido de gitana. Son veranos irrepetibles de piel arrugada por la piscina, bocadillos para la cena y mercromina para las rodillas.

¿Disfruté aquellas cosas mientras las vivía? No lo sé, no consigo recordarlo. Es ahora cuando las disfruto al evocarlas. Las disfruto, porque las añoro, y me hace daño pensar que no se van a volver a repetir. Porque la melancolía es el sentimiento más masoquista que he experimentado jamás. Disfruto con ese dolor.
¿Acaso la vida no es eso?

15 de febrero de 2011

MIS CINCO LIBROS

Un amigo me ha animado a realizar la entretenida tarea de escoger los cinco libros que más me hubieran gustado, impactado, marcado (o llámalo como quieras) en mi vida. Él ya lo había hecho en su blog y me lo recomendó como tarea para empezar el mío.
He de decir que lo que a primera impresión me pareció algo fácil en apariencia, ya que más o menos yo creía tener claro al menos alguno de ellos. Así, que me dispongo yo a escribir mi listita y...¡vaya, vaya!, no era tan fácil como parecía. Comenzé a recorrer con la vista mis estanterías y con la mente todas las estanterías de los "prestamistas" que me surten de literatura (que no son pocos), y comprobé que me iba a llevar más de lo que yo pensaba.
Me daba pena abandonar a García Márquez de ese modo, a Almudena Grandes, a Elvira Lindo, a Carver y a otros tantos... Aún ahora que ya tengo bien agarrada mi lista y sólo me falta liberarla, escribiendo esto de espaldas a la librería, me da la impresión de que todos ellos están clavando sus ojos acusadores en mi nuca pensando que cómo he podido hacerles eso..
Pero bueno, por suerte, nadie dijo que estén prohibidas las listas de "Tus 100 libros favoritos", ¿no?



EL BOLSO AMARILLO (L. BOGUNGA NUNES)




Recuerdo haber leído siempre desde pequeña, en mi casa siempre ha habido libros y la gente que me rodeaba siempre andaba con alguno entre manos. Después de infinidad de barcos de vapor y ante la petición desesperada de tener un libro de otro color que no fuera el naranja, llegó a mis manos "El bolso amarillo" tan lleno de cosas que significaron tanto para mí, que no he podido dejarlo atrás jamás...


SIN NOTICIAS DE GURB (EDUARDO MENDOZA)



Bueno, esto es reir y reir y volver a leer y volver a reir...Lo leo más o menos una vez al año o cuando tengo un rato anodino. Mendoza siempre me hace reir, he leído casi toda su obra y me encanta, pero me tengo que quedar con éste, que además fue un regalo muy especial para mí.



PEDRO PÁRAMO (JUAN RULFO)



Me sobrepasa la capacidad de una persona que es capaz de pasar a la historia de la literatura hispanoamericana y universal con tan sólo una obra (ya sé que escribió algún cuento más, pero no le hubiera hecho falta). Se debió quedar tan a gusto y tan aterrado por lo que había hecho que no hizo falta más..
Ahora mismo está sobre mi mesilla, ya que lo leí hace años y al recordarlo para hacer esta lista, he tenido que acunarlo ante su llanto de abandono y de nostalgia de unas manos que lo acunen...



LA NOCHE DEL ORÁCULO (PAUL AUSTER)




Me encanta como escribe este hombre, no lo puedo evitar... Aquí he tenido mis serias dudas ya que "El libro de las ilusiones" o "La música de azar" me lo han puesto difícil, pero me quedo con éste aunque sólo sea por la capacidad de su personaje de dejar a alguien encerrado en una habitación para siempre sin el más mínimo remordimiento.


EL ORDEN ALFABÉTICO (JUAN JOSÉ MILLÁS)




De Millás no puedo decir nada, porque no estoy a la altura...¿Es posible querer que una persona sea tu padre, tu madre, tu hermano, tu amante o tu marido o al menos tu vecino para poder siquiera "oler" algo que se desprende de su mente? Lo reconozco, últimamente estoy monotemática y sé que leer doce obras seguidas del mismo autor no es necesario, ¡será por tiempo!, pero...¿y si ocurre algo y me quedo sin ellas?.

9 de febrero de 2011

YA NO QUIERO SER PUNTUAL

Siempre me he considerado una persona muy puntual. Nunca ha llegado tarde a una cita, nunca me he quedado dormida para ir a clase ni mucho menos al trabajo, nunca me he retrasado en un pago; es más siempre he sido de las personas que yo llamo irritantemente puntuales, es decir que no se conforman con llegar a los sitios a tiempo sino que tienen que llegar siempre con antelación (a veces con exagerada antelación) para hacer gala de eso que yo considero (o consideraba) una virtud. Como consecuencia de estas antelaciones exageradas (ridículas a todas luces) se obtienen momentos más o menos largos de irritación, tedio, aburrimiento o incluso cansancio si la espera es larga y más aún si estás de pie.


"Hay que ser puntual" decía mi padre, que consideraba y considera que las personas que llegan tarde son "informales" y no respetan al que espera...
He llevado"de fábrica" la puntualidad en todos los aspectos de la existencia si se entiende como puntualidad sacar los cursos por año, no suspender nada en Septiembre, empezar a ganar dinero lo antes posible, conocer pronto a una pareja (ahí fui puntualisima, por la juventud me refiero, aunque no me arrepiento ni un ápice), comprarte una casa y empezar pronto a componer mi vida para no llegar tarde a mi futuro.


He estado siempre tan pendiente de ser puntual, que a lo mejor he perdido mucho tiempo. Todo ese tiempo que yo he pasado esperando por llegar antes, a lo mejor los demás lo aprovechaban  o lo vivían sin que por eso, luego no hayan podido hacer lo mismo que yo.


Aún así, sigo obsesionada con llegar pronto a todas las metas que me ponen por delante,(o que me pongo yo) vaya a ser que no me dé tiempo a vivirlas o a disfrutarlas... Hay que ser madre joven para poder disfrutar más de ello ahora y verte más libre en la madurez para poder disfrutar. Hay que empezar a cotizar joven para que te quede una buena pensión para poder disfrutar en la vejez..


Disfrutar, disfrutar, disfrutar,¿acaso  he disfrutado yo alguna vez o me he pasado la vida planificando y llegando antes a los sitios sin darme cuenta del tiempo que perdía?


No me gusta cómo está montado todo esto ¿acaso el verbo disfrutar solo se puede conjugar en futuro?

8 de febrero de 2011

Bienhallada

Bueno...pues después de estar toda la tarde intentando entender un poco esto del mundo de los blogs, ya por fin he parido a mi criatura (está claro que no se me da bien eso de crear ), no sin sufrir las consecuencias de un incipiente dolor de cabeza y un declarado dolor de culo, ya que llevo tres horas sobre un taburete porque se me rompió la silla del estudio, como a mi me gusta llamarla, aunque en esta habitación se hace de todo menos estudiar.

Ahora queda lo más difícil, que es llenar esto de contenido, intentando no dejarme amilanar por los agobios temporales o de retórica, ya que la persona que me ha animado a llevar a cabo esto creo que se está creando unas expectativas difíciles de alcanzar para mí. Al menos de momento...

Por hoy ya he tenido bastante, aunque reconozco que tengo ganas de empezar....